Martes de reconciliación en Randua
[ Kigali, Ruanda / Ansel Oliver/ANN ]
Bahati Prince, un ex refugiado que escapó del genocidio de Ruanda en 1994, se encuentra ahora en una posición única para ayudar a su país. Cada martes por la mañana conduce un programa sobre la reconciliación en una estación de radio fundada por él.
El programa, titulado "Consolar", procura sanar las heridas de esta nación centroafricana, que ha pasado por guerras intermitentes durante décadas entre las tribus Hutu y Tutsi.
Prince, de 31 años, que también es vicepresidente del Alto Consejo de Medios del país, dice que la mayoría de las generaciones más jóvenes están procurando dejar de lado las distinciones tribales y buscar la unidad y la reconciliación.
"Creo que comparto algunas de las mismas perspectivas de los más jóvenes", dice.
La radio aún es una fuente primordial de noticias en Ruanda, que es el país con mayor densidad de población del África, y donde pocos tienen acceso a la televisión o a Internet.
Ruth, que comparte con Prince la conducción del programa, perdió a sus padres en la violencia desatada en 1994. Cada semana, conducen el programa de dos horas junto a un psicólogo invitado. La segunda mitad del programa está reservada a los llamados de los oyentes.
Unos martes atrás, una joven de 19 años llamó al programa diciendo que no había visto a sus padres desde 1994. En esa época tenía 4 años y aún no sabe qué sucedió con ellos. Ella comenzó a llorar mientras salía al aire.
Este abril se cumplirán quince años desde el fin de la violencia, que produjo entre ochocientos mil a un millón de muertes. La estación transmite programas de recordación consecutivas las dos primeras semanas de cada mes de abril.
Prince comenzó con la estación de radio en 2005 después de graduarse de la universidad con un título en periodismo. Consiguió equipamiento donado por Radio Mundial Adventista y comenzó con la FM adventista en el 106.4 del dial.
La estación cubre tres cuartas partes del país, dice prince. El año que viene espera transmitir la programación de la radio también en línea.
Los dos objetivos de la radio son el evangelismo y la educación comunitaria, dice Prince. También informa que el Ministerio de Salud dijo que el programa de vida saludable de la radio es el segundo mejor programa de salud del país. Otros programas se dedican a los niños, la educación, y temas relacionados con las mujeres.
"Las mujeres fueron descuidadas por muchos años, especialmente después del genocidio" dice. Ahora, destaca, el 53 por ciento del parlamento del país está compuesto por mujeres, y esta es la primer legislature del mundo que tiene una mayoría femenina.
Si bien muchos están ofreciendo el perdón y procuran seguir adelante, el proceso puede llevar más tiempo que el algunos imaginan.
Carl Wilkins, trabajador asistencial y según se afirma el único norteamericano que no escapó del país en 1994, dice que ese genocidio puede revelar cuán profundo es en realidad el dolor de Ruanda. "El proceso de curación en Ruanda es sumamente personal", dice Wilkins, que en 1994 dirigía operaciones para la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales.
Muchas denominaciones eclesiásticas han procurado colaborar en este proceso, y algunos han desarrollado proyectos de reconciliación y han preparado consejeros para llevar a cabo mediaciones entre los homicidas y los sobrevivientes, dice Laura Waters hinson, productora del documental "En proceso de perdonar".
El hecho que inclusive una persona podría perdonar a un homicida genocida ya es increíble, dice Hinson. "Y saber que miles de personas están decidiendo hacer esto en este país resulta sumamente alentador".
Prince tenía 16 años en 1994 cuando sus padres huyeron a Zaire (que hoy es la República Democrática del Congo). Regresó a Ruanda con una beca de la Universidad Nacional de Ruanda. Prince quería estudiar leyes pero solo le ofrecían estudiar educación. Finalmente aprobó un examen que le permitió acceder a una de las treinta vacantes en la carrera de periodismo.
Prince comenzó con la estación de radio y trabajó solo durante dos años. Ahora la estación emplea a cinco personas. Y aún espera algún día cumplir su objetivo original de estudiar leyes.
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